sábado, 31 de mayo de 2008

Entre pitos y la “inmensa dimensión …”

Tarde agri-dulce la de ayer en Córdoba. Ni los toreros triunfaron ni cosecharon rotundo fracaso, ni los Fuente Ymbro fueron lo que se esperaba ni fueron malos en general, ni la plaza se llenó ni hubo una deserción del público -algo frecuente en Córdoba-, ni llovió ni escampó. Para acabar ni siquiera los espectadores se pusieron de acuerdo en el juicio al torero de la tierra, el respetable estuvo entre la “Inmensa Dimensión del toreo de Finito” en su primero, palabras de D. Ricardo Gallardo, a las que yo me suscribo, y los pitos que le dispensaron un sector del público.

Vamos con la reseña: Tarde de paraguas en Córdoba

Viernes 30 de Mayo de 2008, Coso de los Califas, Córdoba

Dos Tercios de entrada, temperatura agradable, la lluvia de forma leve hizo acto de presencia de forma intermitente durante toda la tarde.

Toros de Fuente Ymbro que sin ser malos no terminaron de ser la corrida brava y encastada que se esperaba. 1º bravo y sin fuerzas, 2º encastado, 3º bravo, 4º soso y descastado, 5º desengañado, 6º manejable. Bien presentada la corrida en general.

Finito de Córdoba, división de opiniones en ambos

Manuel Jesús El Cid, silencio y ovación

Sebastián Castella, silencio en ambos

Finito muy motivado toda la tarde, abrió plaza con el toro de más clase de la corrida. Fue este un un toro bravo pero sin fuerzas. Finito pese a todo toreo largo y con calidad, una gran faena, a destacar 3 series con la derecha y otra con la izquierda. Sin embargo, le faltó toro al torero de Córdoba, en cuanto bajaba la mano y atacaba al toro esté se iba por los suelos. Perdió los trofeos con la espada (ya le pasó lo mismo en Granada la semana pasada). Tras varios pinchazos y un certero descabello cayó el toro y el público dividió sus opiniones. En su segundo no tuvo opción, pese a que lo intentó todo. El 4º fue un toro sin trasmisión, soso y sin codicia al que le instrumentó alguno que otro pase de calidad pero sin liganzón. El toro venido a menos acabó parado. Finito mató de un pinchazo y una estocada. De nuevo división de opiniones, y es que hay cierto sector del público cordobés que no le perdona nada a Finito, incluso cuando a veces no hay nada que perdonar. El Cid se encontró con el lote más complicado. Su primero fue un toro encastado pero sin excesiva clase, ante el que el torero de Salteras estuvo firme. De no haber marrado repetidas veces con la espada sin duda hubiera conseguido un trofeo. Finalmente todo se quedó en silencio. En su segundo, todo apuntaba a faena grande. El Cid brindó al respetable y seguidamente cito al toro con la diestra desde el centro del ruedo. El toro se arrancó con alegría desde muy lejos, pasó por la muleta, le dio el torero la salida hacia toriles, en ese momento el animal se desengañó y seguidamente hizo amago de rajarse. Se acabó en ese momento la faena. Desde entonces el toro desarrolló una barbaridad, colándose por ambos pitones. El torero lo intentó pero el toro había decidido no embestir más. Una gran estocada -la única de la tarde- acabó con la vida del de Fuente Ymbro. Ovación al torero por el esfuerzo realizado.

Por último, Sebastián Castella se encontró con un gran primer toro. Para comenzar la faena citó desde el centro de la plaza dando pases cambiados que levantó al público de sus asientos. Posteriormente redujo las distancias con el toro, ahogando la embestida del toro que pedía mas recorrido. La faena fue de mas a menos. Falló a espadas también el francés perdiendo también el trofeo, silencio. En su segundo, un toro manejable y noble, Castella se metió entre los pitones, donde él se encuentra mas a gusto, y dio alguna buena serie, pero sin llegar a los tendidos. Otra faena de mas a menos. De nuevo falló con la tizona y todo se quedó en silencio.

En resumen, una tarde descafeinada aunque pudo haber sido una buena tarde de toros, y donde el divorcio entre cierto sector del publico de Córdoba con su torero es manifiesto. Incomprensible la actitud de estos aficionados, ante el torero de más calidad del escalafón, y probablemente de la historia. En fin, “tiene que haber gente pa tó”.

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